Después de un mes entrenando tenía ganas de probarme en una carrera popular. Me habían comentado lo de la carrera perfecta pero se me hacía un poco cuesta arriba, sobre todo después de haber estado una semana en Santander dedicándonos, en profundidad, a cultivar el paladar.
Pero soy muy picajoso y, a poco que salí dos veces a correr y me encontré más o menos bien, decidí probar suerte. Total, no perdía nada. Con pique de por medio, con mi compañera Beatriz, que andaba en tiempos similares a los míos, decidí afrontar el reto. El jueves antes de la carrera jugué un partido de fútbol 7 que me dejó tocado: tirón en la espalda, sobrecarga de gemelos y cansancio general. Pintaban bastos, o eso parecía. ¿Excusas?...Nunca.
Y llegó el día, las sensaciones eran buenas aunque todavía me encontraba magullado. Justo antes de salir me encuentro a Bea calentando, ¡¡qué casualidad¡¡. Empiezo a acusar la presión. Nos deseamos suerte, como buenos deportistas, y quedamos en vernos a la llegada.
Salimos del Retiro sobre las 9:00, un par de minutos después que los más veloces partieran. Los dos primeros kilómetros, casi cuesta abajo, pasan rápido. Del dos al cuatro toca sufrir, de hecho cuando ví que pasamos por el cuatro estaba convencido que era el seis. Joer, qué depresión. No me encontraba, incluso pensé en parar pero, en esos momentos, mi compañero de correrías, Daniel, se mostró un baluarte. Esto unido al pequeño pique pendiente me hicieron aguantar. Pasamos por el kilómetro cinco en mi mejor momento, sólo fue una ilusión, me empezó a dar flato y perdí la respiración. Pero no paraba. Llegamos a Atocha y, por tanto, a los tres últimos kilómetros. La peor parte, con un gran repecho inicial y una subida de algo más de un kilómetro. Pasé muy malos momentos, casi sin resuello. Del km siete al ocho y del ocho al nueve, la cosa fue muy chunga, apretamos los dientes y... algo más. Sudaba un huevo, llevaba dos camisetas, cuál novato. Llegamos al último kilómetro con la cara desencajada, que largo se hizo por Dios, Dani con flato y yo, sin fuerzas y jadeando como un chucho. Hasta ese momento no había pensado en tiempos, el objetivo era llegar... Cuál sería mis sorpresa cuando, en el marcador de llegada, ví la cifra mágica, 56 minutos. ¡¡¡Qué alegría niño¡¡¡. Se quedaron en 54:30 con el chip, ya que salimos más tarde del pistoletazo y por tanto de la cuenta del reloj. PERITA¡¡¡
Después de devolver el chip, y recuperar un poco, nos acercamos a un pequeño parque a esperar la llegada de Bea. Me las prometía felices, pero... coño, si ya estaba allí, estirando. No me lo podía creer pero, yo no podía hacer más, había ido a tope, sin dosificar. Charlamos un rato y rápidamente nos preguntamos tiempos, al parecer había llegado un minutillo por detrás. Bueno, no puedo negar que me alegré un poco, sobre todo porque la comida de mañana, en la oficina, será un poquito más tranquila.
De todas formas, como corre Bea. Olé, olé, olé.... Nos vemos en la próxima.
| NOMBRE | POSICION | DORSAL | TIEMPO |
| Ramos Barranco, Julio | 4514 | 5357 | 0:54:30 |
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